viernes, 5 de diciembre de 2008

TP. COMUNICACIÓN II - MARTINI

TRABAJO PILOTO DE TEORÍAS Y PRÁCTICAS DE LA COMUNICACIÓN II

CÁTEDRA MARTINI

1ER.CUATR. 2007

Título: Construcciones de sentido sobre la seguridad-inseguridad en los discursos y prácticas de vecinos de Caballito


INTRODUCCION

La problemática social conocida como “inseguridad” forma parte de la agenda social y la agenda de los medios masivos de comunicación.

En el presente trabajo pretendemos identificar e interpretar, desde una perspectiva comunicacional, cuáles son los sentidos construidos sobre dicha temática por los vecinos del barrio porteño de Caballito, cuyos lugares de residencia se hallan próximos a las vías del ferrocarril por las que circula el denominado “Tren Blanco”.

Asimismo, nos proponemos relevar qué representaciones construyen sobre:

- El barrio en relación con la violencia y el delito.

- El vecino común, “el buen vecino”

- El delito y la figura del delincuente

- El barrio y la Policía, el Estado Nacional y los gobiernos

- ¿Qué ocurre con los medios de comunicación?

Estos ejes temáticos serán analizados en sus respectivos apartados, intentando dar respuesta a cuestiones como: ¿cuán inseguro/seguro es Caballito, según los vecinos, con respecto a otros barrios? ¿Cuáles son los personajes percibidos como peligrosos? ¿Cómo construyen la figura del Estado y la Policía? ¿Colaboran los medios en la formación de estas representaciones? ¿Qué significa, para ellos, sentirse inseguros? ¿Cuál es su percepción sobre “los cartoneros”?

METODOLOGIA

Hemos optado por un método cualitativo, tomando como herramienta la entrevista en profundidad, a fin de interpretar discursos sobre la vida cotidiana que se hallan atravesados por tramas de significación. Ya que entendemos la cultura como aquel tejido (de significaciones), el análisis de dichos discursos nos permitirá aproximarnos a ella, no pretendiendo la formulación de leyes, sino de interpretaciones (cfr. Geertz, 1973:20). Las mismas no intentan ser de carácter exhaustivo sino, por el contrario, promover nuevas miradas al respecto, en tanto éstas podrían ser analizadas desde marcos teóricos diferentes. (El lugar del investigador podría ser otro).

Asimismo, hemos de tener en cuenta los aportes de Antonio Gramsci, por lo cual, al mismo tiempo, consideraremos la dimensión política de la cultura, en tanto ésta es “(…) un dinámico circuito de intercambio. Y de conflicto (…)” (Alabarces, 1994:24).

Por otra parte, hemos decidido relevar los gestos, ademanes y movimientos de los entrevistados, dado que la comunicación no sólo se lleva a cabo verbalmente, sino que también incluye formas mediatizadas a través de la tecnología y elementos no verbales (cfr. Ford, 1994:129).

Con respecto al proyecto de investigación cabe aclarar lo siguiente: en primer término, hemos realizado un repaso de la bibliografía proporcionada por la Cátedra de Comunicación II de la Profesora Stella Martini, en función de la cual analizaríamos nuestro corpus. En segundo lugar, seleccionamos el barrio en el que realizaríamos las entrevistas: Caballito, más precisamente, residentes de la calle Yerbal, intersecciones Rojas y García Lorca, próximas a las vías férrea por las que circula el “tren blanco”.

Hemos optado por entrevistar vecinos de la zona recientemente mencionada a fin de identificar cuáles son sus construcciones con respecto a la imagen del “cartonero” la cual, al mismo tiempo, nos permitiría acercarnos a sus representaciones sobre el espacio público, el Estado, y demás cuestiones que han sido presentados en la Introducción.

La franja etaria a la que corresponden los entrevistados, los cuales llevan más de 10 años de residencia en la zona, es entre 45 y 55 años.

Se trata de la encargada de uno de los edificios de la calle Yerbal y, tres comerciantes aunque, vale aclarar, que los mismos han sido entrevistados sólo en calidad de vecinos.

Una vez que salimos al campo, teniendo en claro cuál era nuestro propósito y habiendo prefijado las preguntas (sabiendo que el orden no sería respetado, seguramente, y que, incluso, surgirían otras en el momento mismo de la charla), comenzamos con la etapa de las entrevistas.

Si bien pudimos entrevistar a las cuatro personas requeridas, se nos presentaron ciertos inconvenientes. En primer lugar, una de las entrevistadas no accedió a ser grabada, por lo cual, debimos tomar nota de sus dichos (lo que en cierta forma, fue una complicación). Por otra parte, hubo varios vecinos que se negaron a participar de nuestro trabajo práctico, incluso, algunos no nos trataron amablemente, pese a nuestra permanente cordialidad. (Esta circunstancia implicó que nuestra investigación se viera un tanto retrasada).

Asimismo, uno de los entrevistados interrumpió la charla para pedirnos algún documento que certificara nuestro carácter de alumnos, puesto que temía estar dialogando “con informantes para algún partido político”. De todos modos, la entrevista continuó.

En lo que respecta a las preguntas propiamente dichas, hemos notado que algunas de las personas intentaron eludir ciertas respuestas que pudieran ser “comprometedoras”, como aquellas referidas a detectar posibles delincuentes. De todas formas, terminaron respondiendo “sin querer”, cuando se les preguntó lo mismo, pero de un modo más indirecto. (Esta es una de las causas por las que se observan claras contradicciones en casi todas las entrevistas).

En el transcurso de las conversaciones intentamos, constantemente, alentar a los entrevistados para que continuaran con sus relatos cómodamente, de modo que no se sintieran juzgados y la entrevista resultara lo más productiva posible.

Una vez obtenidos los cuatro discursos, procedimos al análisis de cada uno de ellos, comparándolos entre sí y teniendo en cuenta los ejes temáticos pautados. Seguidamente, seleccionamos las fuentes de información que utilizaríamos para contrastar con las entrevistas, en función de los fines de nuestro informe (revisión de noticias aparecidas en la prensa gráfica consumida, habitualmente, por los entrevistados: Clarín y La Nación).

Por último, luego de confeccionar el informe resultante de nuestra investigación, expusimos las conclusiones.

CONTEXTO

En Argentina, como en América Latina “(Asistimos al) deterioro de un conjunto de condiciones básicas para el desarrollo humano (familia, educación, vivienda, empleo, etc.), particularmente en los últimos dos decenios, y su consecuencia: la exclusión social de importantes sectores de la población. Entre estos factores, la relación entre la desigualdad social (…) y el incremento de la violencia delictiva es una tesis que cada vez adquiere mayor fuerza explicativa. “(Rico y Chinchilla, 2002:18) [1]

En nuestro país, principalmente desde la crisis del 2001, se ha ido acentuando cada vez más el descrédito del Estado en tanto garante de la seguridad social y el bienestar público, junto con sus instituciones.

La problemática de la inseguridad y la delincuencia han ido tomando preeminencia en la agenda social y la agenda de los medios masivos de comunicación. Es dentro de este marco en el que debemos considerar los discursos construidos por nuestros entrevistados.

Con respecto al barrio que puntualmente nos ocupa cabe aclarar lo siguiente: se trata de un barrio porteño situado en plena Capital Federal. El mismo se halla densamente poblado. Tomando como fuente a DGESC, en base a datos censales del año 2001, la población total es de 170.309 habitantes ubicados en una superficie de 6,8 Km2 (por lo cual, la densidad poblacional es de, aproximadamente, 25.000 habitantes por km2), Caballito es una zona altamente poblada, en la que se han instalado gran cantidad de comercios. Justamente, la mayor parte de nuestros entrevistados ha afirmado que lo que más les gusta del barrio es su carácter comercial.

Como ya se ha mencionado, hemos hecho hincapié en la temática “tren blanco” con el objetivo de dar con las imágenes que construyen los vecinos sobre éste, el Estado, la inseguridad, etc.

“El tren para los cartoneros ha sido creado en función de los reclamos de los usuarios normales

del tren, quienes, con el aislamiento de los cartoneros, han podido viajar con mayor confort.

(cfr. La Nación, 3-3-2001). [2]

Hemos optado por la inclusión de este apartado puesto que entendemos que, en tanto pretendemos realizar un análisis comunicacional, no podemos aislarlo de su contexto. Al comunicar se intercambian significados con respecto a la visión del mundo que tiene la sociedad, por lo tanto, al no dar cuenta de estas cuestiones, se está ignorando una parte fundamental de la comunicación. (cfr. Ford, 1994:132)

En forma complementaria se agrega, en el anexo, un mapa de la zona de Caballito a los efectos de proporcionar un mayor conocimiento con respecto a la ubicación del barrio y el ámbito específico que forma parte de nuestro objetivo de estudio.




EL BARRIO EN RELACION CON LA VIOLENCIA Y EL DELITO

“Esto se vino abajo”, dice una de las entrevistadas mientras agacha la cabeza y sube los hombros

pareciendo indicar resignación. “Ahora no podés salir a la calle de noche porque te roban, si tenés

suerte, si no te matan”. (Marta)

“(Caballito) Cambió para peor, porque cambió la Argentina (…) en este momento la pobreza ya es

tragedia”. (Irene)

“Cambió muchísimo, (…) ha empeorado. Hay mucha gente de las zonas periféricas porque está a un

paso de la estación. Eso ha hecho que haya bajado el nivel del barrio” (Roberto)

Desde distintas ópticas, tres de los entrevistados afirman que su barrio ya no es el mismo que años anteriores. Sus discursos se encuentran atravesados por un fuerte dualismo reconocido en los términos “antes/ahora”, que hace referencia a un pasado que fue mejor.

La primera entrevistada demuestra una gran preocupación por los robos y los asesinatos que, según su parecer, ocurren “a diario” en su zona de residencia.

La segunda manifiesta una preocupación más general, haciendo referencia a la pobreza como tragedia y como parte de la “realidad nacional”.

La tercera persona, por su parte, relaciona el empeoramiento del barrio con “la gente de las zonas periféricas”, a quienes les atribuye la responsabilidad de haber “bajado el nivel del barrio”.

Frente a estas tres visiones disconformes, nuestro cuarto entrevistado construye una imagen positiva con respecto a Caballito:

“(…) en los últimos tiempos hay menos (delitos) que antes, por lo menos yo no me entero(…) En los

últimos dos años no hubo robos. Es un buen síntoma”. (Raúl)

Sin embargo, esta visión “feliz” parece contradecirse en algunas oportunidades:

”Y…hay quejas, sí, hay quejas de la seguridad”. “(…) es necesario que haya un policía por cuadra para más seguridad porque acá hay mucho movimiento de gente y por ahí, para seguridad ¿no?”.

Esta contradicción, que no es la única que aparece a lo largo de los discursos, parecen demostrar el carácter heterogéneo del sentido común, el cual es un conjunto “multiforme” (cfr.Gramsci, l949:95)

Por otro lado, los entrevistados construyen otro dualismo con respecto a la zona en la que residen. El mismo hace referencia a “las vías del tren vs. el resto del barrio”, en el que el primer elemento es construido discursivamente como “mucho peor”.

“No se puede ni andar cuando oscurece, y menos para el lado de la vía”. (Marta)

“Los chorros se van para la vía, se infiltran con los cartoneros. ¡Andá a buscarlos después!”. (Roberto)

“En la estación hay otro ambiente, un ambiente, digamos, precario (…) Hay mucho marginal. Es más inseguro”. (Raúl)

En estos tres casos, se asocia a las vías como un lugar “más peligroso”, en el que el peligro tiene que ver con la existencia de robos.

La señora Irene, si bien construye una imagen negativa sobre las vías férreas, al igual que el resto de los entrevistados, a diferencia de éstos últimos, no lo relaciona sólo con los delitos (“los delincuentes pueden escapar por una vía más rápida”), sino, además, con las muertes que suceden “debido a la peligrosidad del tren que viene desde Once, que cambia de vía y es motivo de numerosos accidentes y muertes.” [3]

En los cuatro casos, se aplica a la estación del tren “un penetrante estigma territorial” (Wacquant, 2001:179), puesto que “la nueva marginalidad muestra una tendencia distinta a conglomerarse y acumularse en áreas ‘irreductibles’ y a las que ‘no se puede ir’, que son claramente identificadas” (2001:178). Cabe aquí, entonces, el siguiente interrogante: ¿qué sucede cuando alguien se dirige hacia esta zona a la que “no se puede ir” y es víctima de un accidente? Automáticamente, se convierte en una “víctima culpable” (Madriz, 2001). En los siguientes dos fragmentos puede notarse esta tendencia:

“(…) Hace poco, unos pibes se juntaron a tomar cerveza cerca de la vía y los afanaron. ¿Me vas a decir que no sabían que es un lugar peligroso?”. (Roberto)

“(…) a algunos no les importa leer el cartel (sobre el peligro del tren) y cruzan las vías sin prestar atención… después lloramos”. (Irene)

En lo que respecta a la percepción de los entrevistados con respecto a la “inseguridad” que se vive en su barrio en relación con otras zonas, se destacan tres tipos de respuestas: Raúl considera que, mientras Caballito es un lugar “seguro” (pese a haber asegurado la necesidad de una mayor vigilancia policial en la misma entrevista) “en otras zonas sí hay un montón de casos”.

Por su parte, Roberto afirma:

“en ningún lado se está seguro hoy”.

En cambio, Irene y Marta perciben a su barrio como más inseguro que antes y atribuyen la responsabilidad de esa circunstancia a la existencia de las vías del tren (sector construido, por todos los entrevistados, como el “foco conflictivo”).

“(…) no creo que haya un barrio tan inseguro como este. En las vías se juntan todos los chorros.” (Marta)

“Yo creo que acá el índice de delincuencia es peor que en otros barrios, porque debido a que estamos tan pegados a la estación, eso hace que la gente pueda escapar por una vía más rápida (…) también por la cantidad mayor de gente. (…) Y la cercanía de la estación trae bastante gente del conurbano que traen muchísimos problemas”(Irene)

Sin embargo, según datos oficiales obtenidos de …………. el barrio con la mayor cantidad de delitos no es Caballito sino Belgrano. Pareciera que la “sensación de inseguridad, como la define Castel, “no es exactamente proporcional a los peligros reales que amenazan a una población” (Contursi y Arzeno, 2006:85)

En los discursos analizados, la temática “la estación del tren” se presenta como una de las que más preocupa a los entrevistados, quienes manifiestan tal inquietud mediante el uso de repeticiones (a lo largo de sus dichos se puede notar la inclusión de dicha “problemática” en reiteradas oportunidades, pese a que sólo una de nuestras preguntas se refería a ella puntualmente).

Asimismo, es posible observar el uso de distintos matices de énfasis, principalmente, cuando los entrevistados hacían mención al carácter “inseguro” de su barrio:

“¡Es un peligro! ¡ No se dan una idea lo que es vivir acá!” (Estos dichos de Marta fueron acompañados con gestos y ademanes que enfatizaban, aún más, su preocupación)

“(…)¡Esto de puede seguir así! (enfáticamente)”. (Irene)

De lo hasta aquí expuesto se desprenden las siguientes observaciones: el barrio de Caballito es construido por estos cuatro vecinos como un lugar “inseguro” que antes era “mucho mejor”. El punto máximo de conflicto es la estación de trenes, lugar estigmatizado al que “no se debe ir”. Por otro lado, los vecinos se perciben a sí mismos como “posibles víctimas”, dado que

“De esta realidad nadie se salva” (Roberto).

“Todos corremos riesgos”(Raúl).

“Decime, ¿quién está a salvo hoy en día?” (Irene).

“En cualquier momento me pueden robar o hacer algo, y a ustedes también”. (Marta)


EL VECINO COMUN, EL “BUEN VECINO”

La “identidad” es una construcción de los individuos y, como tal, se da en el seno de las relaciones sociales. Por lo tanto, la “identidad” no existe por sí misma, fuera del encuentro social. No es ahistórica ni universal.

Según Barth, los grupos sociales se definen como tales en la situación de contraste con otros grupos. Es decir, no existe una diferencia previa con los “otros”: esas características culturales “diferentes” surgen en la interacción social. El autor hace referencia a que “los grupos étnicos son categorías de adscripción e identificación que son utilizadas por los actores mismos y tienen, por lo tanto, la característica de organizar la interacción entre los individuos” (Barth, 1969:10).

En los discursos relevados vuelven a aparecer términos binarios que, en este caso, hacen alusión a un “nosotros/otros”, donde el “otro” es toda persona que “ronda el barrio y no es del lugar”, que provoca desconfianza y sensación de “inseguridad”.

En tres de las entrevistas realizadas se observa que la imagen del “buen vecino” es construida a través de adjetivaciones que apelan, constantemente, a su “decencia”, “su buen nivel”… Por el contrario, los delincuentes “vienen de otros lugares, a través del ferrocarril”. En ese sentido, “los otros” no tienen trabajos “dignos” (como los “cartoneros” [4]) y son “posibles delincuentes”. Roberto nos decía:

“Hay mucha gente de las zonas periféricas porque están a un paso de la estación, eso ha hecho que haya bajado el nivel del barrio(…) tampoco desmerezco a los cartoneros o a la gente que trabaja y viene de paso, pero, evidentemente, no le hace bien al barrio en cuanto a aspecto”.

En este caso, el “otro” es sinónimo de “gente de zonas periféricas” que, por oposición a “los buenos vecinos de Caballito” no tienen “un buen nivel”.

A pesar de que este entrevistado asegura “no desmerecer a los cartoneros” también lo incluye en la categoría “otros”.

En el discurso de Marta, “el vecino común” es representado como “gente amable, de buenos modales, educada”. Mientras que, “los otros”, nuevamente, son “los cartoneros: esos sinvergüenzas que vienen de la provincia”:

“Ya se instalaron acá (los cartoneros) y no hay manera de sacarlos porque tienes sus cachorros (…), son como okupas: vinieron acá y ahí se piensan quedar (…)Yo les dejaba las bolsas de basura abiertas para que revisen sin tirar todo, pero los cartoneros te las rompen igual, ¡qué les importa! Desparraman la basura en la vereda porque se quedan con las bolsas (…) No es que uno tenga prejuicios, pero cuanto más lejos estén, mejor.(…) Se quedan ahí tirados en medio de la calle, éso es lo que hacen todo el día, en vez de buscar trabajo, prefieren juntar basura. Yo digo, ¿por qué no se ponen a vender algo, aunque sea en el colectivo, como hacen algunos? Lo que pasa que es más fácil quedarse ahí tirado y revisar las bolsas, hasta capaz los vecinos les regalan algo”.

Es posible notar en los dichos de Marta el empleo de comparaciones (“son como okupas”) y recurrentes estigmatizaciones (“esos sinvergüenzas”, “vagos”, “sucios que viven entre la mugre”), las mismas son acompañadas por gestos que indican desprecio. Estos “otros desagradables” son construidos como “invasores que aquí se instalaron”, que están “tirados en el medio de la calle”. En este caso, pareciera que la circulación no prevista de cuerpos por la ciudad es un problema central, donde se hace hincapié en “la usurpación del espacio público”. De esta forma, la construcción de la “subjetividad cartoneros” deriva de la “disputa discursiva por el espacio público” (Sanjurjo-Tufró, 2004:2)

Aquí, la noción de “espacio público” se refiere a la posibilidad de circular por el mismo. En este sentido, encontramos una clara coincidencia con los discursos de Clarín y La Nación analizados por Sanjurjo y Tufró:

“El contacto es descripto como un obstáculo a la circulación, el espacio público deviene espacio invadido” (ibidem).

Es así como pareciera que “el espacio público” no es tan público como su nombre lo indica, en tanto es “nuestro” pero no de “ellos”. Y, mientras “esos sinvergüenzas están tirados en medio de la calle”, la circulación se ve obstaculizada:

“ la aparición de los cartoneros parece despertar una pulsión comunicativa del tipo ‘función fática del lenguaje’.” (ibidem)

En el discurso de Raúl la dicotomía “nosotros/otros” vuelve a manifestarse en la forma “nosotros = vecinos de Caballito/otros = gente ajena al barrio y posible cartonero o ladrón”

“(…) Acá hay trabajadores normales, los cartoneros vienen del suburbano”. “Acá no hay delincuentes”.

Asimismo, pareciera que Raúl considera la actitud del cartonero como indigna, y no demuestra mayor preocupación por mejorar la situación de los “marginales”, siempre y cuando “no estorben”.

“Y…bueno (los cartoneros) tendrían que desaparecer, tendrían que tener un trabajo distinto. Me imagino que dentro de los cartoneros habrá gente que sabrá un oficio y sino trabajar de otra cosa (…) Hay mucho marginal que vive ahí (en la estación), que duerme precariamente no sé ni cómo, pero, bueno, no es nada grave, por lo menos no molestan”.

En el caso de Irene, vuelve a aparecer la oposición, en tanto afirma:

“la cercanía de la estación trae bastante gente del conurbano que tienen muchísimos problemas”.

Ésto estaría presuponiendo que el “vecino común” de Caballito no sufre tales inconvenientes. Más adelante dice:

“Acá el mayor porcentaje de la gente del vecindario mira con asco a la gente cartonera. Pero a mi ya me pudrieron diciéndome: ‘los cartoneros esto… los cartoneros lo otro’. Así no se solucionan los problemas de la gente(…), ojalá tuvieran un verdadero trabajo, eso sería más digno y ya empezaría la inclusión de la gente en un término progresista.”

Una vez más, sin tener la intención de desmerecer a los “cartoneros” se los está incluyendo como parte de la “otredad”.

De lo hasta aquí analizado se destaca lo siguiente: en primer lugar, en todos los discursos se hace alusión a un fuerte binarismo, en el que la categoría “nosotros” está exclusivamente integrada por los vecinos de la zona, quienes, a su vez, son los “normales” (“educados”, “de buen nivel”, “con trabajos normales” o “sin problemas mayores”, según el caso.

Por oposición, los “otros”, a quienes les recaen diferentes tipos de estigmas[5], (Goffman, 1963) provienen de las “zonas periféricas”.

Esto último pareciera corresponderse con aquellos discursos nacionales que descalificaban a las personas del interior mediante la denominación de “cabecitas negras”. [6]

La diferencia identitaria surge y es exacerbada cuando se presentan conflictos o diferencias de intereses entre los grupos (cfr. Cuche, 1996). De este modo, aquel grupo que tiene un “mayor poder identificatorio” impone su visión hacia los otros grupos.

“La heteroidentidad es un situación de dominación caracterizada que se traduce en la estigmatización de los grupos minoritarios. (Cuche, 1996: 113)

Asimismo, se desatacan ciertas conexiones con el “discurso higienista”, en el cual la “invasión” (del espacio público) es entendida como la transformación de los “espacios invadidos” en “focos infecciosos”. Es así como el patrimonio es afectado por ciertos sujetos que, en algunos casos, se afirma, deben ser “normalizados” y, en otros, aislados, como ocurre como el caso del “tren blanco”. (cfr. Sanjurjo-Tufró, 2004: 5 y 8)

De este modo, los entrevistados no sólo construyen representaciones sobre ellos mismos y los “otros”, sino que, además, formulan imágenes respecto del “espacio público” y el “orden”. En función de ello adscribimos a la premisa referida a que no se debe considerar a los discursos meramente

“...como conjuntos de signos (...), sino como prácticas que forman sistemáticamente los objetos de los que hablan” (Foucault, 1969: 81) [7]

EL DELITO Y LA FIGURA DEL DELINCUENTE

Tal como se ha mencionado en el apartado anterior, la figura del delincuente es construida como “aquel que viene del conurbano”, puesto que “acá no hay delincuentes”. De todas formas, dicha representación también incluye otras características estigmatizadoras.

En el discurso de Marta se asocia al delincuente con el “cartonero” (el cual, probablemente, robe para drogarse):

“mientras juntan los cartones y la basura miran todos los movimientos de la zona y saben a qué hora pueden ir (...) Lo que pasa es que es más fácil juntar basura y robar que buscar un trabajo”.

Se evidencia aquí una estrecha relación entre los dichos de Marta y la “teoría del control social” (Kessler, 2004) y los enfoques que resaltan “la elección racional de los delincuentes” (Garland, 2001). En función de ello, el delincuente evaluaría el “costo” y el “beneficio” del acto delictivo, eligiendo por sí mismo delinquir. En ese sentido, la solución no sería otra que el incremento del “costo”, lo cual hace referencia a una mayor severidad en las penas (cfr. Garland, 2001).

Por su parte, Raúl afirma:

Hay quien roba de nacimiento, quien es ladrón de nacimiento, y hay algunos que quedaron marginados y no queda más remedio que salir a robar (...), y entran en la droga”.

Nuevamente, se vincula al delincuente con el consumo de estupefacientes. Pero, en esta ocasión, se le adscribe un origen genético (y no sólo social). Ciertas teorías sugieren una “base biológica” para la violencia, el delito y la pobreza (Nelkin, 1995).

En el caso de Roberto, la imagen del delincuente vuelve a relacionarse con los drogadictos, quienes, según el entrevistado, “se infiltran con lo cartoneros”:

“pero el cartonero no es el tipo que roba (...). A los chorros les ves la cara: son pibes que están limpiando los vidrios, pero es una cortina, hacen como que trabajan, pero después salen a robar”.

Esta representación del delincuente se refiere al joven de clase social baja portador de “estigmas físicos” (Goffman, 1963).

Si bien pareciera que el entrevistado no incluye en esta categoría al “cartonero”, afirmando que los ladrones “se infiltran entre ellos”, más adelante, admite

“los cartoneros roban por hambre”

He aquí, una nueva contradicción que forma parte del sentido común, el cual, sedestaca por su heterogeneidad (Gramsci, op. cit.).

En cuanto a Irene, no identifica al delincuente con el cartonero.

Es notable, por otro lado, su recurrente intención, manifestada a lo largo de la entrevista, de eludir ciertas respuestas que pudieran mostrar algún tipo de prejuicio. Sin embargo, no le fue posible mantener tal “fachada” en todo momento (Goffman, 1959), en tanto su “sentido común” (Wolf, 1988), efectivamente, estaba cargado de prejuicios.

Del mismo modo, si bien, en un principio, Irene afirmó no saber qué tipo de rasgos podrían ser “sospechosos”, más adelante admitió

(...) hay una franja muy grande de jóvenes que están mal entrazados, pero ya no desconfío tanto de ellos. Desconfío de tipos más grandes (...), también tenemos ladrones en los staff más altos: el padre de Macri se afanó todo y no hay quien le tenga miedo”.

El “estigma” (Goffman, op. cit.) evidencia, en la interacción social, relaciones de poder, donde este último lo porta el “normal”, en detrimento del estigmatizado. En los discursos analizados, el delincuente recibe categorías estigmatizadoras permanentemente. A su vez, el delincuente es “estudiado” por el 2vecino común2 mediante la lectura de índices (Ginzburg, 1980):

“(...)los ves (a los delincuentes) y ya te das cuenta porque son raros, se nota que no son del barrio. Antes no venían tanto, pero con los trenes no pagan boleto y llegan lo más bien. Son sucios, andan con la basura (...) están mal vestidos”. (Marta)

Es de destacar, en función de lo que se ha analizado hasta aquí, que el delincuente es construido, en la mayoría de los casos, mediante el uso de adjetivaciones como “drogadicto”, “proveniente del conurbano”, “pobre”. Asimismo, en varias oportunidades se lo identifica con el “cartonero”.

Haciendo referencia a los elementos no verbales de la comunicación vale aclarar que algunas personas manifestaron claros gestos de desprecio, resignación o lástima.

Las causas de los delitos (los cuales se correspondes, principalmente, con los robos y, luego, con la corrupción) son en términos sociales, por algunos, y en base a concepciones biológicas, en otros casos, o bien, se lo vincula con el hecho de “no querer esforzarse”.

El delincuente es portador de ciertos atributos que se presentan como indiscutibles, totalmente naturalizados, en tanto forman parte del “sentido común” de los entrevistados (Wolf, op. cit.). Es así como el ladrón se presenta o como un “estorbo” al cual habría que aislar en pos de la propia seguridad, o como una víctima del Estado.

EL BARRIO Y LA POLICÍA, EL ESTADO NACIONAL, Y LOS GOBIERNOS

Estas categorías han atravesado los cuatro discursos en varias oportunidades. Las temáticas “cartoneros” y “tren blanco” nos ofrecen una muestra de ello.

“Con estos trenes pueden venir acá más fácil (...) ¿quién los saca? ¡Nadie! (enfáticamente). Ya están instalados. Se ocupan de éstos para conseguir votos y de nosotros no. Mismo la Policía no hace

nada. (...)”(Marta)

En este discurso, el “tren blanco2 es construido como el origen “de todos los males de Caballito”, y el Gobierno, junto con la Policía, son representados negativamente, al no ofrecer ninguna “solución” al respecto”.

Los restantes entrevistados se mostraron conformes con el tren en cuestión:

“Hay que darles una mano, ya que no tiene un trabajo digno”, dijeron algunos.

Asimismo, les atribuyen al Estado la responsabilidad de que los “cartoneros” no dispongan de un empleo “como la gente”, y, más adelante, manifiestan su deseo de que ya no tengan la necesidad de cartonear.

Con respecto a la Policía, encontramos imágenes discursivas muy similares en todos los casos: los entrevistados han afirmado que “andan poco por acá”, “La Policía no puede hacer nada”, “Yo siempre digo: ‘tené cuidado del ladrón pero también tené cuidado del cana’”.

La policía es percibida como una institución prácticamente, ausente (de hecho, todos afirmaron haber solicitado la presencia de un efectivo por cuadra) e, incluso, corrompible.

El Sistema Penitenciario Nacional, es considerado, en ciertos discursos, como “un campo de concentración” o como “incapaz de recuperar al individuo”. Y la Justicia es representada como “coimera”, “desastrosa”, “insuficiente”.

Es decir, el Estado Nacional junto con sus instituciones y respectivos gobiernos son apreciados como ineficaces, y responsables de la “angustiosa realidad del país” (Garland, 2001: 327).

Vemos así que “(...) la inseguridad pone en tela de juicio a la sociedad política (...)” (Contursi-Arzeno, 2006: 3)

¿QUÉ OCURRE CON LOS MEDIOS?

Según Gramsci, el sentido común se construye desde las prácticas y discursos sociales de la clase dominante. Las clases subalternas lo resignifican en el proceso hegemónico, que incluye ciertas resistencias y negociaciones.

En tanto integrantes de la “sociedad civil”, los medios masivos de comunicación reproducen el discurso hegemónico y éste pasa a formar parte del sentido común de los ciudadanos. No obstante, esto implica ciertas reelaboraciones por parte de las clases populares. En la actualidad, América Latina se encuentra en un estado de crisis permanente (Ford, 1994) y, en base a este contexto histórico, no existe ideología homogénea por parte de los vecinos entrevistados, tanto entre sí como con respecto a los medios de comunicación.

De todas formas, es notable cómo la creciente “ola de inseguridad” que se fue instalando en los medios a través de la agenda periodística (Martini-Gobbi,1998), opera en el imaginario de estos vecinos.

Por otro lado, muchos de ellos buscaron construir una “fachada” (Goffman, op. cit.) cuando confesaron qué diario consumen habitualmente:

“Leo La Nación, pero no tendría problema en leer otro diario”. El entrevistado parecía estar aclarando que su tendencia política no se corresponde totalmente con la de ese periódico. Lo mismo ocurrió con Irene, quien afirmó leer Clarín “aunque las más de las veces estoy en desacuerdo con sus ideas. Lo leo porque es el más leído y quiero saber cómo piensa la gente”.

Puesto que en apartados anteriores se han analizado las imágenes discursivas sobre los “cartoneros” formuladas por los entrevistados, corresponde, aquí, comparar tales representaciones con aquellas construidas en los medios que más consumen.

Teniendo en cuenta el análisis de las notas de Clarín y La Nación que han realizado Sanjurjo y Tufró, es posible observar una clara coincidencia entre la concepción de “espacio público”. En ambos casos, lo define la posibilidad de circular por él.

Por otra parte, incluiremos aquí el comienzo de una nota de Clarín:

“El policía de las estación Caballito no entendía mucho de lo que estaba pasando. Los revuelos en el cruce del Sarmiento con García Lorca se producen a la noche, cuando los cartoneros esperan el tren blanco y no a plena luz del día. Pero de golpe, vio dos figuras inconfundibles: Gabriela Michetti y Mauricio Macri” [8]

En este párrafo, el periodista (Daniel Juri) parece estar jugando con los “revuelos” provocados por la llegada de los candidatos y los “revuelos nocturnos” que se producirían “cuando los cartoneros esperan el tren blanco”. En ese sentido, la zona de las vías y la figura del “cartonero” son construidas como “peligrosas”, “revoltosas”, “desordenadas”.

Teniendo en cuenta que todos los entrevistados representaron el sector de las vías como “inseguro” (aunque desde puntos de vista dispares), parecen estar reproduciendo el discurso hegemónico.

Con respecto al “cartonero”, las imágenes de dos vecinos coinciden con esta nota, al reconocerlo como “peligroso”. Mientras que los otros dos se alejan de esta percepción.

Lo antedicho indica que el sentido común de los vecinos entrevistados, por momentos, se corresponde con el “discurso oficial” y, por momentos, no. (Lo cual responde a que se trata de un conjunto multiforme).

CONCLUSIÓN

Si bien el término “conclusión” nos invita a proponer un cierre con respecto a la temática abordada, tal actitud está lejos de nuestra intención. Por el contrario, pretendemos que nuestro trabajo piloto sea el comienzo de futuras investigaciones.

Asimismo, entendemos que el análisis realizado podía haber sido diferente, en tanto podríamos haber tomado como referencia otros textos. Incluso, también cabe la posibilidad de que, aún bajo el mismo marco teórico, otro interesado construya observaciones divergentes.

A lo largo de nuestro informe hemos intentado dar cuenta no sólo de los discursos relevados (los cuales deben ser interpretados dentro de su contexto, dado que la comunicación no puede ser aislada de la cultura en la que tiene origen, tal como afirma Aníbal Ford), sino que, además, decidimos hacer alusión a los gestos y ademanes de nuestros entrevistados (puesto que la comunicación no sólo es verbal).

Quienes han sido nuestros “sujetos de conocimiento” han manifestado una profunda “sensación de inseguridad”. En ese sentido, coinciden con la visión de los medios , en tanto dicha problemática se ha instalado tanto en la agenda pública como en la periodística.

Desde ópticas dispares, el barrio ha sido representado como “inseguro”, particularmente, la zona de la Estación.

En lo que respecta a las identidades, destaca un profundo dualismo entre un “nosotros/otros”, en el que se incluye en el primer término sólo a los vecinos de Caballito” (quienes, además del lugar de residencia comparten ciertos atributos que los convierten en “normales”). En tanto, los “otros” son los portadores de los estigmas: “vienen de otros lugares”, “traen aquí sus problemas”, “invaden el espacio público” (aunque éste sólo sería “público” para el “buen vecino de Caballito”) y es posible que sean “delincuentes y/o cartoneros.

Esta última categoría atraviesa los discursos permanentemente y es representada desde distintas percepciones, aunque todos lo reconocen como parte de la “otredad”.

Asimismo, el Estado y sus instituciones son vistos como responsables de la “inseguridad del barrio y del país”. Incluso, algunos consideran que el Estado Nacional está supliendo la falta de puestos laborales con la creación del “tren blanco”, que implica una ayuda para los “cartoneros” pero no, una solución efectiva.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los entrevistados asociaron la figura del delincuente” con la del “cartonero”, vale preguntarse hasta qué punto sus reclamos de Justicia social no se limitan, en realidad, a un interés relacionado sólo con la búsqueda de la propia “seguridad”.

Por otra parte, se han presentado gran cantidad de contradicciones en casi todos los discursos (tal vez porque intentaron construir “fachadas” que no lograron sostener permanentemente).

Es así como el sentido común de los vecinos entrevistados se manifestó multiforme y heterogéneo, incluso en su vinculación con los medios masivos de comunicación.

Por último, deseamos proponer, a modo de posible nueva investigación, la profundización no sólo del presente trabajo, sino, también, de la obra de Sanjurjjo y Tufró, de modo tal que sea posible comparar de una forma más completa los discursos y prácticas de los vecinos de Caballito con las imágenes construidas en la prensa gráfica.



Profesora: Ma. Eugenia Contursi

Alumnos:

Aledda, Hernán

Banega, Romina

Bentivoglio, Daniela



ENTREVISTAS

ENTREVISTA I: MARTA

Martes 12 de junio de 2007. Barrio de Caballito, perteneciente a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La señora Marta nos recibe amablemente en el hall del edificio de Yerbal al 900 donde vive y trabaja (como encargada). La cuadra y el jardín lindero se ven poco transitados y algo sucios, con esporádicos transeúntes que pasan cerca nuestro. No obstante, los automóviles circulan a velocidad. La franja etaria a la que corresponde es entre 35 y 45 años. Se muestra reticente pero igual accede a la entrevista, la cual se realiza mientras ella termina de pasar el lampazo en el palier para, después, barrer la vereda llena de basura y dejarla debajo del cordón. En todo momento se manifiesta nerviosa e indignada. Sus movimientos son bruscos y el tono de voz alto y severo. Muestra seguridad en sus afirmaciones y quejas, acompañando sus desahogos con claros gestos de resignación.

Nos pregunta cuál es el tema de nuestro trabajo práctico, a lo que respondemos: “Es un trabajo sobre el barrio”. A partir de ahí, la entrevista comienza.

Marta:--¡¿Qué quieren que les diga sobre el barrio?! Es un desastre. Está lleno de chorros, de drogadictos. ¡Es un peligro!

Miren, vengan (nos invita a salir del edificio y nos acompaña cinco metros hasta un jardín lindero lleno de árboles y plantas donde hay dos personas durmiendo sobre diarios, contra una pared). Acá se juntan todos los chorros. Duermen acá, y después se levantan para ir a robar, y nos dejan toda su mugre, encima, después no podemos limpiar porque tenemos miedo de que nos hagan algo. Tiran colchones. El otro día tenían un sommier.

No se puede ni andar cuando oscurece y menos para el lado de la vía. Para allá es peor –dice señalando en dirección a la vía-. Acá los dos locales que están acá no los quiere alquilar nadie, desde que se fue el zapatero no vino nadie ni va a venir nadie.

ENTREVISTADOR: -¿Son del barrio estas personas?

Marta:--Sí, son de Caballito. Ya se instalaron acá y no hay manera de sacarlos porque tienen sus cacharros y sus cosas guardadas debajo de los árboles y son como okupas, vinieron acá y ahí se piensan quedar.

ENTREVISTADOR: -¿Qué clase de disturbios provocan estas personas?

Marta:-: -Si ustedes van y le tocan el timbre a los vecinos de la cuadra van a ver que todos les contestan lo mismo. Todos tenemos miedo, y esto no es casualidad, porque desde que aparecieron estos sinvergüenzas, la zona se volvió muchísimo más insegura. Yo les dejaba las bolsas de basura abiertas para que revisen sin tirar todo, pero los cartoneros te las rompen igual, ¡¿qué les importa?!. Desparraman la basura en la vereda porque se quedaban con las bolsas. Así que acá en Caballito vivimos entre la basura.No es que uno tenga prejuicios pero cuánto más lejos estén mejor.

ENTREVISTADOR: -¿Hay alguna diferencia entre las personas que se juntan en la plaza y los cartoneros?

Marta:--¡Son la misma porquería! (Hace gestos con la cara y ademanes, pareciendo querer indicar “La respuesta es obvia”). Les dejás las bolsas abiertas y te las rompen igual, se quedan ahí tirados en medio de la calle, eso es lo que hacen todo el día, en vez de buscar trabajo, prefieren juntar basura. Yo digo, ¿por qué no se ponen a vender algo, aunque sea en el colectivo, como hacen algunos?. Lo que pasa es que es más fácil quedarse ahí tirado y revisar las bolsas, hasta capaz los vecinos les regalan algo.

ENTREVISTADOR: -¿Alguna vez fue víctima o testigo de un delito acá en la zona?

Marta:-: -A mí no me robaron porque así viejita como me ven les parto esta escoba en la cabeza pero robaron todos los cables de teléfono de toda la cuadra y los porteros eléctricos. Los de la empresa de teléfono nos dijeron que vamos a estar más de un mes sin que se arregle.

ENTREVISTADOR: -¿Quién cree que los robó?

Marta: -Son estos villeros, siempre los mismos. Porque mientras juntan los cartones y la basura miran todos los movimientos de la zona, y saben a qué hora pueden ir.

La otra vez, una amiga mía, que es peluquera, me contó que estaba en el negocio y vio que se acercaba uno de esos nenes que te piden monedas y cuando agarró la cartera para darle, se la afanó. ¿Ves? Uno los quiere ayudar y es peor.

ENTREVISTADOR: -¿Cómo se da cuenta si alguien puede llegar a ser un delincuente?

Marta:-Es fácil: los ves y ya te das cuenta porque son… raros, se nota que no son del barrio, que vienen de otros lugares. Antes no venían tanto, pero con los trenes, no pagan boleto y llegan lo más bien. Empiezan pidiendo monedas pero después te afanan.

Son sucios, mugrientos, andan con la basura y están mal vestidos.

-¿Además de esta placita, hay algún otro lugar donde se juntan estas personas?

Marta:-Sí, acá no más, en la estación, se ponen a juntar cartones y, de paso, si pueden te sacan algo.

ENTREVISTADOR: -¿Qué opina sobre el tren de los cartoneros?

Marta:-Mal (con énfasis). ¡¿Qué te parece?! Con estos trenes pueden venir acá más fácil porque no pagan boleto. Y, después, ¿quién los saca? ¡Nadie! Ya están instalados acá. Si tuvieran que pagar vendrían menos. Se ocupan de éstos para conseguir votos y de nosotros no, que somos los que trabajamos de verdad. Así no se puede vivir, si están privilegiando a los sin vergüenzas que vienen de la provincia. Acá, cuando oscurece no se puede ni andar porque andan por todos lados revolviendo la basura y viendo qué se pueden llevar. Mismo la policía no hace nada con estos que duermen acá [en la placita]. Nosotros ya nos cansamos de decirles pero nada, igual no se van.

ENTREVISTADOR: -¿Qué tipo de personas le gustaría que se mudaran al barrio?

Marta: Y… lo mismo que pensamos todos, gente amable, de buenos modales, educada…

ENTREVISTADOR: -¿Usted siente que el barrio siempre fue igual?

Marta: -¡No! (enfáticamente) ¡Es otra cosa chicos! Esto se vino abajo. (Agacha la cabeza y sube los hombros) Pero como en todos lados… Ahora no podés salir a la calle de noche porque te roban, si tenés suerte, si no, te matan. Aparte, ¡miren como me dejan la basura! Esto que estoy juntando lo dejaron a la noche. Yo la junto acá (señala un vértice que se forma en el pasillo que une la puerta de entrada con la pared lateral del edificio) para que tiren todo en la vereda.

ENTREVISTADOR: -¿Qué tipo de soluciones se le ocurren para mejorar esta situación?

Marta: -Nosotros ya hablamos con la Policía, con los CGEP (Centros de Gestión y Participación), pero no nos dan bolilla. Lo último que presentamos fue un petitorio con 100 firmas para alambrar y cerrar con llave este jardín. Esa llave sólo la tendríamos nosotros para movilizarnos dentro del parquecito y poder limpiar la vereda sin que estos nos molesten.

ENTREVISTADOR: -¿Qué relación tienen los vecinos con la Policía?

Marta: - Y nada, si en esta cuadra no hay. Acá no vas a ver a nadie a la noche. Ya pedimos un policía por cuadra, y nos cansamos de pedir que hicieran algo con esta gente que se instaló acá, pero no hacen nada. En esto no nos ayudaron mucho y eso que nos juntamos

entre todos, fuimos a hablar. El tema es que los echan y a los dos días los tenés acá de nuevo, es increíble!

ENTREVISTADOR: -¿Pasan patrulleros por la zona? ¿Hay Policías en la cuadra?

Marta: A veces pasan pero a los policías los van a ver más del lado de Rivadavia (avenida paralela) que por Yerbal. Los obligan y les pagan cometas para custodiar los negocios pero a nosotros que nos parta un rayo!

ENTREVISTADOR: -¿Cree que tendría que haber más patrulleros? ¿Que opina de la policía porteña que se quería crear?

Marta: - No sé, yo lo que quiero es que nos cuiden, que nos protejan, que piensen en nuestros hijos y nietos. Tienen que sacar a esta gente que roba plata sólo para drogarse y emborracharse. Lo de la Policía porteña no es la solución de todo, puede ayudar, sí, claro, pero en este país falta educación chicos.

ENTREVISTADOR: -¿Cómo podrían prevenirse los delitos?

Marta: -Creo que tenemos que ayudarnos entre todos. Lo del alambrado, que les contaba, es una idea que

se nos ocurrió a nosotros. Esperemos que la cosa mejore por el bien de todos. Pero hay que ver, porque los políticos nunca hacen nada. No nos sirve que arreglen las veredas dos meses antes de las elecciones, ¿qué se creen que somos tontos?

ENTREVISTADOR: -¿Cree que el diario, la TV y la radio exageran cuando dicen que nuestro país es muy inseguro?

Marta:-No, ¡qué van a exagerar! No se puede vivir seguro en ningún lado.

ENTREVISTADOR: -¿Qué opina sobre la Justicia argentina?

Marta:-Ah, un desastre. No puede ser que estén todos los chorros sueltos. Lo que pasa es que como los políticos también roban, no les conviene hacer las cosas bien. A veces creo que las leyes están hechas a favor de los chorros.

ENTREVISTADOR: -¿Cuáles cree que son los principales problemas de Argentina?

Marta:-La inseguridad y la corrupción.

ENTREVISTA II: IRENE

Descripción: IRENE tiene un negocio sobre la calle ROJAS a 20 mtrs. de la vía. La franja etaria que le corresponde es entre 55 y 65 años. Accede amablemente y de buen ánimo a la entrevista e invita a pasar al local para realizarla. En la puerta de su local hay dos muñecos[9] que llaman la atención por un lado, por un grado de comicidad y, por otro, por un tipo de compromiso social/barrial. Si bien es comerciante, está entrevistada en su calidad de vecino.

ENTREVISTADOR: ¿Hace mucho que trabaja en Caballito?

IRENE: Hace 18 años que tengo este negocio acá y hace 5 que vivo.

ENTREVISTADOR: ¿Le parece que en este tiempo el barrio cambió?

IRENE: Sí, siempre cambió para peor. Porque cambió la Argentina, cambió la capital y si bien la pobreza siempre existió, en este momento la pobreza ya es tragedia. Uno ve a gente como uno caminando desarrapados, a los jóvenes sin trabajo, a los niños hambrientos... me parece que es una tragedia. Supongo que habrán cambiado todos los barrios, pero yo vivo y trabajo acá por eso te cuento lo que me parece este barrio. Además, el entorno también, me parece que el barrio en vez de avanzar se atrasó porque no se arregla las calles, las plaza, hay más abandono, más basura. Está todo encadenado. La falta de educación (que no empieza con el niño sino con las anteriores generaciones) nos trae un resultado como este.

ENTREVISTADOR: ¿Qué es lo que más le gusta del barrio?

IRENE: Bueno ahora estamos con muchos problemas. Hay mucha edificación, hay problemas cloacales, de agua, en fin: a mayor densidad, mayores son los problemas. Si no están las cosas hechas con inteligencia y organizadamente, no se puede seguir construyendo para arriba mientras abajo se derrumba todo.

ENTREVISTADOR: ¿Le preocupa la situación actual del barrio?

IRENE: Yo creo que acá el índice de delincuencia es igual o un poco peor que en otros barrios, porque debido a que estamos tan pegados a la estación, eso hace que la gente pueda escapar por una vía más rápida. Desde ya vemos que hay poco policía. A mayor cantidad de gente -mayor cantidad de casas- tendría que haber más participación policial.

ENTREVISTADOR: ¿Qué relación tiene con la policía?

IRENE: La relación es buena pero es poca. No tenemos mayores problemas, pero lo que solicitamos ellos no pueden responder porque no dan a basto.

ENTREVISTADOR: ¿Qué cosas le solicitan a la policía?

IRENE: Que pongan más gente vigilando en los barrios, uno por cuadra.

ENTREVISTADOR: Comparando con cómo era el barrio 5 años atrás, ¿se siente diferente?

IRENE: Ahora nos sentimos totalmente inseguros porque la situación de inseguridad fue en aumento debido

justamente al problema social que nos está ahorcando. Al haber más problemas sociales, la gente no tiene otra salida que la derivación de la droga y la delincuencia. Yo creo que es todo una consecuencia de la situación social que se está padeciendo hace muchos años, no es de ahora.

ENTREVISTADOR: ¿Se le ocurre alguna solución alternativa?

IRENE: Seguramente habrá muchas alternativas para combatir la inseguridad, pero qué podemos hacer los vecinos si no tenemos ni voz ni voto. Por ejemplo, los barrios se habían dividido en CGP[10], pero en ningún momento nosotros nos sentimos oídos, ni representados en estos centros de participación barriales, por lo menos en el de Caballito –el CGP 6-. Hacían actividades vecinales y nadie se enteraba, no lo difundía en absoluto. Las pocas veces que los vecinos quisieron intervenir, no encontraron ninguna respuesta. Estaba muy politizado todo eso y nosotros no queremos entrar en situación de política partidaria. Los vecinos que participan tienen generalmente una apetencia política. Ahí es impenetrable para los que no hacemos política partidaria. La gente es muy poco participativa, hay un cansancio porque cada vez que queremos hacer algo no obtenemos respuestas. El ritmo de vida fue llevando a que la gente se aísle, no es casual que la gente cada vez se relacione menos, y al aislarse, vos podés vivir 20 años al lado de un vecino sin conocerlo.

ENTREVISTADOR: ¿Cuáles son los problemas que más le preocupan?

IRENE: Bueno, son pocos pero graves. Empezamos por la inseguridad, la falta de proyectos barriales. Me parece que esas son las dos cabezas y de ahí se desprenden muchísimas otras cosas. Yo creo que Caballito es más inseguro que otros barrios por la cantidad mayor de gente y de edificios y además por la cercanía de la estación, eso trae bastante gente del conurbano que tiene muchísimos problemas.

ENTREVISTADOR: Hay un tren que es específico para los cartoneros, ¿qué le parece?

IRENE: Todo lo que se pueda hacer para darle la posibilidad a esta gente de moverse me parece perfecto. Acá el mayor porcentaje de gente del vecindario mira con asco a la gente cartonera. Pero a mí ya me pudrieron diciéndome los cartoneros esto, los cartoneros lo otro. Así no se soluciona los problemas de la gente. Ojalá no tuvieran que ser cartoneros y tuvieran no un plan de trabajo sino que tuvieran un verdadero trabajo, eso sería más digno y ya empezaría la inclusión de la gente en un término progresista.

ENTREVISTADOR: ¿Cree que podemos darnos cuenta si alguien es un delincuente?

IRENE: Hay un prototipo de gente en Caballito de clase media venida a menos, que es justamente la que más critica esa situación [la del cartonero], es la clase media que perdió lo que perdió y está más rencorosa y se equivoca de enemigo. En vez de tener su crítica hacia quienes originaron sus problemas actuales, su crítica se dirige hacia los más desposeídos. Acá el cartonero es sinónimo de ladrón, sucio, es lo peor.

ENTREVISTADOR: ¿Cree que la radio, la TV o los diarios exageran cuando dicen que nuestro país es cada vez más inseguro?

IRENE: Lo que pasa es que hay una mirada que no es ingenua. Los medios si no te imponen directamente, te lo van sugiriendo, que al final lo adquirís. Como una música que te la pasan 25 veces y al final te termina gustando. No exageran pero tampoco Argentina es un país tan diferente a todos los demás. Hay varios motivos para decirlo, probablemente haya una campaña de descrédito de la gente que debe estar en contra del actual gobierno. Yo creo que no nos diferenciamos mucho de los demás países. Quizás no del matiz nuestro, pero también tienen inseguridad.

ENTREVISTADOR: ¿Qué significa inseguridad para usted?

IRENE: La inseguridad es no poder desarrollarte libremente: caminar por una calle, ir a estudiar, estar permanentemente temeroso de que te asalten. Vivimos angustiados. Yo siempre digo “tené cuidado del ladrón, pero también tené cuidado de la cana”. En los últimos tiempos tenemos mucho miedo de la policía, bueno, el gatillo fácil no es nuevo. La inseguridad es tener miedo.

ENTREVISTADOR: ¿Usted se daría cuenta si viene alguna persona que pretenda robarle?

IRENE: Yo antiguamente no los miraba y ahora los miro, y trato de aplicar un poco de psicología. Aunque no tenga nada que ver cómo venga la persona porque puede estar muy bien puesta y, sin embargo, ser un delincuente total; y por otro lado, acá hay una franja muy grande de jóvenes que están mal entrazados, pero ya no desconfío tanto de ellos. Ya uno se va acostumbrando lamentablemente a esa semblanza. Verlos más que miedo me da mucho dolor.

ENTREVISTADOR: ¿Y de quién desconfía más?

IRENE: Desconfío de tipos un poco más grandes. De arriba de los 25, de entre 25 y 35 años. Me da la sensación de que es más peligrosa esa franja. El barrio en general desconfía de los cartoneros, pero hasta ahora no se agarró ningún cartonero que yo sepa. Así que me parece que están un poco equivocados. Que haya entre ellos alguno que sea chorro, y ¿por qué no?, pero también tenemos ladrones en los staff más grandes: el padre de Macri se afanó todo y no hay quien le tenga miedo.

ENTREVISTADOR: ¿Qué piensa de la justicia argentina?

IRENE: Bueno es un tema bastante complejo. Hay una falta de organización. Acá hay una grave situación con las cárceles, todo eso funciona mal. Al estar atrasado todo eso es una injusticia. Las cárceles hoy por hoy son campos de concentración, no hay una cárcel que recupere al individuo. Eso tendría que hacerse urgente, tendría que haber forma y método sociales, sobre todo para los jóvenes, no puede ser que haya miles y miles de jóvenes presos sin ninguna otra solución. Si no hay una idea de cómo organizarse eso, el día de mañana va a salir y no va a tener ubicación dentro de lo social, ¿qué esperamos?

Off de record: Se manifiesta profunda preocupación por el paso a nivel de Rojas; es otra sensación de inseguridad debido a la peligrosidad del tren que viene desde Once que cambia de vía y es motivo de numerosos accidentes y muertes. “La idea del cartel es que la gente tome conciencia”, dice IRENE. En la vereda hay un muñeco con una inscripción tragicómica[11] a modo de advertencia acerca del riesgo que significa cruzar la vía. Además hay niños drogadictos a toda hora del día que piden monedas para el pegamento.

ENTREVISTA III: ROBERTO

Descripción: ROBERTO es desconfiado, accede a la entrevista no sin pedir credenciales e identificaciones para cerciorarse que no se trate de algún partido político. Se muestra prejuicioso, y es poco directo con sus respuestas.

ENTREVISTADOR: ¿Cuánto hace que vive en Caballito?

ROBERTO: Aproximadamente 40 años.

ENTREVISTADOR: ¿En este tiempo le parece que cambió el barrio?

ROBERTO: Sí, cambió muchísimo. Por un lado, la densidad de la población, pero por otro lado, en los últimos 15 o 20 años esto no ha mejorado, ha empeorado. Si bien hubo mucho crecimiento, como en toda gran ciudad, en los últimos tiempos ha declinado. No hay juventud sino mucha gente grande, hay muchos geriátricos en la zona. Hay mucha gente de las zonas periféricas porque al estar a un paso de la estación, eso ha hecho que haya bajado el nivel del barrio, por tanta población. Faltan mejoras, me refiero a la calidad del barrio, eso ha caído mucho. Caballito no ha crecido en la forma en que han crecido otros barrios.

ENTREVISTADOR: ¿Qué diferencias le parece que hay entre los vecinos tradicionales del barrio y la gente que viene del conurbano?

ROBERTO: Bueno, la gente sigue siendo la misma. Tampoco desmerezco a los cartoneros o la gente que trabaja y viene de paso. Pero evidentemente no le hace bien al barrio en cuanto a aspecto. Hay cosas que son notables en cuanto a lo que es el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y los tachos que pusieron para la basura para allá hay 4, 5 o 6 he visto por cuadra, ya es por demás, y acá no han puesto uno. Por qué ahí sí y acá no, ¿por qué? Eso te da una pauta, evidentemente. No todo es culpa de la gente, es culpa también de las autoridades.

ENTREVISTADOR: ¿Qué es lo que más le gusta del barrio?

ROBERTO: Bueno Caballito tiene algo que no sé que es.

ENTREVISTADOR: ¿Qué relación tiene con los vecinos y con la policía?

ROBERTO: Con los vecinos no se tiene ningún problema. Con la policía tampoco. Cuando hemos tenido algún problemita con respecto a la gente que –digamos- trabaja acá, hemos llamado a los móviles policiales y los móviles han venido. Por ahí son cosas que no son tan importantes, pero que hacen a la limpieza, a la imagen del barrio.

ENTREVISTADOR: ¿Le parece que es un barrio seguro?

ROBERTO: No, yo pienso que en ningún lado se está seguro hoy. A la gente de la placita de acá a algunos los echamos, antes había muchos más, ahora hay mucha menos gente durmiendo ahí. Tampoco le vamos a echar la culpa a la policía porque la policía no puede hacer nada.

ENTREVISTADOR: ¿Sabe si son del barrio?

ROBERTO: Bueno, acá hay un asentamiento al lado de la cancha de Ferro, suponemos que deben venir de ahí. Pero de la placita nos encargamos nosotros de limpiarla uno poco. Tendría que estar mejor pero no hay autoridades del gobierno que se ocupen. Pero respecto a la gente que se junta ahí es algo que está en todos lados, por lo menos es mejor que Constitución, Once.

ENTREVISTADOR: ¿Han tenido alguna vez algún problema?

ROBERTO: De mi parte, por lo menos no. Sé que los vecinos del edificio de enfrente sí porque se les subieron por los balcones, les robaron, pero no te puedo afirmar que eso sea así. Dicen que se robaron el bronce del portero eléctrico, el cableado de teléfono pero eso no es problema de este barrio, sucede en todo Buenos Aires, no es problema exclusivo de los pibes de la plaza de acá. Están en todos lados, esto se roban en todos lados. Los chorros están en todos lados, es un problema de delincuencia, de robos que está en todo Capital. El problema es no acostumbrarnos. Pero no creo que sean los cartoneros que roban por hambre porque no son ellos, estos son ladrones profesionales que se roban los porteros y todo lo que sea de bronce. Estos se ocupan de eso, están en otro nivel, no es el tipo que tiene hambre. El que tiene hambre pide comida. Pienso que lo de los teléfonos serán los mismos que trabajan en Telefónica. Eso lo roban los que saben cómo se entra en esas cajas donde están los cables. A lo mejor ellos mismos cobran para hacer eso y después los entregan. Todos son mafias como pasa con los autos, los desarmaderos.

ENTREVISTADOR: ¿Qué opina sobre el tren específico para los cartoneros?

ROBERTO: Pienso que habría que organizarlo, los cartoneros son tipos que trabajan. Yo personalmente los veo que trabajan. Lo que pasa es que se infiltran los drogadictos. Pero el cartonero no es el tipo que roba. Hay gente que dice que la de los cartoneros también es una mafia muy grande, pero yo sólo los veo trabajar. Pienso que habría que organizarlo. Yo no tengo nada contra ellos. Lo que pasa es que están los drogadictos que se infiltran entre ellos y pasan como si fueran los cartoneros, pero los cartoneros no son. Pienso que está bien que haya un tren para ellos. Considero que debe haber intereses creados en otros lados, pero ya que no se les da un trabajo digno está bien. Los delincuentes se mueven de noche, se la pasan drogados, no son los cartoneros. Son pibes que vos les ves la cara, están limpiando los vidrios pero es una cortina, hacen como que trabajan, pero después salen a robar. Hace unos días vino un borracho, un drogado golpeo la puerta, como yo tengo traba le hice señas de que no le abría la puerta. Y el tipo pegó un puñetazo en el vidrio y lo rompió y se fue. Bueno, eso es lo que se vive en todos lados. Llamé a la policía, fui a hacer la denuncia, pero no pasó nada. Después lo agarraron por ahí los vigiladores del tren.

ENTREVISTADOR: ¿Por qué no le abrió la puerta, qué le pareció?

ROBERTO: Bueno yo no le abro a nadie que no conozco. Eso es algo que cambió porque antes no era así.

ENTREVISTADOR: ¿Le parece que los medios de comunicación exageran cuando dicen que nuestro país es muy inseguro?

ROBERTO: No, para nada. No podés vivir tranquilo en ningún lado.

ENTREVISTA IV: RAÚL

Descripción: RAÚL trabaja en uno de los locales de la calle ROJAS próximos a las vías. De visión positiva respecto al barrio. Demuestra mucha predisposición a la entrevista aunque no a responder las preguntas abiertamente. Permite el acceso del entrevistador a su oficina. De postura acartonada y hombros encogidos. Se muestra reticente al movimiento de las grandes ciudades, poco comprometido con la sociedad. Parece tímido, introvertido. Se correspondería a una franja etaria de entre 55 y 65 años. No presenta mayores problemas para expresarse, pero excusa desconocimiento acerca del índice de delincuencia del barrio. Sus respuestas no demuestran mayor compromiso.

ENTREVISTADOR: ¿Cuánto hace que trabaja acá?

RAÚL: Y hace 5 años va a ser. Bueno, no sólo trabajo también vivo acá.

ENTREVISTADOR: ¿Le gusta el barrio?

RAÚL: Sí, estoy cómodo acá porque hay medios de movilidad, digamos hay subte, tren, todo. Además hay comercios.

ENTREVISTADOR: ¿Qué es lo que más le gusta de este lugar?

RAÚL: Y... el centro comercial, me gusta el centro comercial que hay acá en Caballito, toda esa zona.

ENTREVISTADOR: ¿Y qué es lo que menos le gusta?

RAÚL: Y... demasiado tránsito, demasiado ruido, demasiado smog.

ENTREVISTADOR: ¿Le gustaría vivir en otro lugar?

RAÚL: Y... sí, me gustaría vivir afuera a mí, en las provincias, me gustaría vivir en alguna provincia.

ENTREVISTADOR: ¿Por alguna razón en especial?

RAÚL: Sí, porque me gusta. Hay más tranquilidad además, me gusta el ambiente. Es otra gente en las provincias.

ENTREVISTADOR: ¿Cómo se lleva con sus vecinos?

RAÚL: Y... hay de todo acá. Pero, por lo general, muy bien. Hay mucha cantidad de gente. Nunca tuve ninguna molestia con nadie.

ENTREVISTADOR: ¿Le parece que Caballito es seguro?

RAÚL: Y... hay quejas, sí, hay quejas de la seguridad, pero me da la impresión de que es igual que en todos lados. Es un barrio iluminado. En la estación por ahí hay otro ambiente, un ambiente digamos precario; pero aparentemente es también tranquilo. Hay muchos pasajeros y de todo pero siempre fue así. Hay mucho marginal que vive ahí, que duerme precariamente no sé ni cómo, pero bueno no es nada grave, por lo menos no molestan.

ENTREVISTADOR: ¿Qué le parece que opinan los vecinos acerca de ellos?

RAÚL: Y... a muchos no les gusta pero ya están acostumbrados, pero hay lugares que son peor.

ENTREVISTADOR: Hay un tren que funciona exclusivamente para los cartoneros, ¿usted qué opina de eso?

RAÚL: Y... bueno. Me parece que está bien porque son gente que se quedó sin recursos, quedó desamparada como estos que viven acá en la estación. Quedó marginada, años y años de marginación y está bien, hay que darles una mano.

ENTREVISTADOR: ¿Qué opina de que tengan vagones específicos o le parece que deberían usar el mismo tren que todos?

RAÚL: Bueno, pero ellos vienen con sus carros y sus elementos. Me parece que en un tren normal no pueden viajar.

ENTREVISTADOR: ¿Qué le parece que tendría que hacer el Estado con los cartoneros?

RAÚL: Y... bueno [los cartoneros] tendrían que desaparecer, tendrían que tener un trabajo distinto. Me imagino que dentro de los cartoneros habrá gente que sabrá un oficio y si no trabajar de otra cosa, aunque el reciclado ese se debería hacer, por ahí en alguna planta.

ENTREVISTADOR: ¿Distingue usted alguien que es del barrio de alguien que no lo es?

RAÚL: No, mirá acá hay trabajadores normales, los cartoneros vienen del suburbano, de la provincia con sus carros. Pero no hay ninguna confrontación entre los cartoneros y los vecinos del barrio. Acá pasan mucho por la noche con sus chicos, con los carritos o a caballo. Pero yo tengo buen trato. A veces yo les doy alguna cosa. Por lo menos conmigo no hay ningún problema, no sé con el resto, creo que tampoco. Rompen todas las bolsas, bueno, pero eso qué va a hacer.

ENTREVISTADOR: ¿Se enteró alguna vez de algún delito por la zona?

RAÚL: No, no de ninguna manera. Mirá, la verdad es que en los últimos tiempos hay menos que antes, porque cuando yo empecé hubo varios robos por acá, por casa, pero no ahora nada, últimamente nada –pareciera-, por lo menos no me entero yo. Inclusive en los negocios tampoco, es un buen síntoma. Cuando yo vine había robos cada dos por tres; o en algún comercio o en una casa o a algún particular, inclusive una vez mataron a uno para sacarle la plata cuando salía del banco. Fue acá en la estación, lo golpearon en la cabeza y después falleció el hombre de acá la esquina. Y lo agarraron al ladrón y todo pero bueno el tipo falleció. Pero de esto hace ya 3 o 4 años por lo menos. Pero últimamente no me entero de ningún robo por acá, antes me enteraba si robaban en algún negocio o en la calle, digamos el último año o dos años no hubo.

ENTREVISTADOR: ¿Y sabe si el delincuente era del barrio?

RAÚL: No, no acá no hay delincuentes.

ENTREVISTADOR: ¿Qué relación tiene con la policía?

RAÚL: No, mirá los policías van y vienen por acá, pero acá los patrulleros andan poco, pero me imagino que en todos lados debe haber pocos. Pero lo que pasa es inestable a veces hay dos o tres policías uno acá y otro allá, uno en la esquina y otro en la plaza; y a veces no hay ninguno. En estos días no vi a nadie, nadie de nadie.

ENTREVISTADOR: ¿Usted cree que tendría que haber más movimiento policial?

RAÚL: Y... sí, es necesario para más seguridad porque acá hay mucho movimiento de gente y por ahí, para seguridad ¿no? No porque haya pasado nada, pero por las dudas, para que no pase. Como prevención. Porque uno alguna vez se siente inseguro, como todos. Pero por acá no pasa nada o por lo menos no me doy cuenta. Pero robar, se roba en todos lados.

ENTREVISTADOR: ¿Por qué le parece a usted que roba la gente?

RAÚL: Y... hay de todo. Hay quien roba de nacimiento, quien es ladrón de nacimiento y hay algunos quedaron marginados y a veces no queda más remedio que salir a robar porque quedaron desamparados. Por ejemplo, los chicos que nacieron y se criaron en la calle ya no van a trabajar, va a ser muy difícil, salvo que alguno se ocupe de ellos, ¿no? Pero nadie se ocupa. Así que van a seguir siendo de la calle y serán delincuentes.

ENTREVISTADOR: ¿Y cómo piensa usted que se los podría recuperar?

RAÚL: Y, de chicos digamos, por medio de alguna entidad social o algo así. Poder se puede, pero son muchos [los chicos], y después ya son grandes y entran en la droga. Acá los chiquitos de 5 o 6 años se están drogando con pegamento, esos son ya difíciles de recuperar.

ENTREVISTADOR: ¿Y quién debería ocuparse de ellos?

RAÚL: El Estado, es responsabilidad del Estado.

ENTREVISTADOR: ¿Qué le parece que se podría hacer?

RAÚL: Y cuando son grandes ya nada, es medio difícil, ya ¿a dónde van a ir a trabajar?, ya es muy difícil. Pero cuando son chicos habría que sacarlos de la calle y, no sé, llevarlos a alguna institución o algo de eso. Pero bueno, son muchos. Ahora pareciera que son menos, pareciera. Los que están ahí en la estación de tren son gente grande que no hace absolutamente nada y no va a poder hacer nada tampoco porque están pasados de vuelta, se pasan el día tomando vino, y ya no se puede recuperar, me da la impresión porque son gente grande que quedó marginada. En las condiciones que están ¿cómo van a ir a buscar trabajo?, ya no se puede.

ENTREVISTADOR: ¿Se siente respaldado por alguna asociación vecinal o por la policía?

RAÚL: Sí, por la policía sí. Asociación vecinal no sé porque yo no conozco ninguna, no tengo contacto, creo que hay pero no tengo contacto porque nunca vinieron. Tenemos la cooperadora policial también pero no.

ENTREVISTADOR: ¿Usted cómo se entera de las noticias?

RAÚL: Y... escucho Radio Mitre y leo el Clarín y todo lo que puedo.

ENTREVISTADOR: ¿Le parece que los medios exageran cuando dicen que Argentina es un país inseguro?

RAÚL: Ah sí, sí eso sí. Pero no sé por qué, no sé si tendrá algún fin, te diría que no. Pero, bueno las noticias, claro, involucran lo que pasa en todo Buenos Aires y la Capital y es muy grande y hay muchas cosas. Me refiere a que como dan las noticias son de todo Buenos Aires y de todo el país y ahí sí hay un montón de casos y se involucra a todo junto y por ahí digamos que se hace más grande la cosa, ¿no?

ENTREVISTADOR: Para terminar, ¿Qué opina usted de la justicia argentina?

RAÚL: Y... no me gusta, no me gusta como actúa. Primero que está desbordada, y después tengo la impresión que la mayoría de los jueces son “coimeros”, la gran mayoría. Tengo pruebas también, no las voy a decir pero yo sé quién ha recibido. Así que no tengo buena referencia pero habrá también un grupo de buena gente, como en todos lados. De los políticos también tengo mala opinión.

Off de record: Habla de que la gente tiene miedo y cree lo de la inseguridad porque lo lee todo el tiempo. Admite haber accedido a la entrevista porque “se ve por la cara” que los entrevistadores son “buena gente”. La delincuencia se relaciona con cualquier clase social y hay gente que nace para eso y es muy difícil que cambie.


BIBLIOGRAFÍA


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· Wolf, Mauro (1998) “Harold Garfinkel o la evidencia no se cuestiona” En Sociologías de la vida cotidiana.Madrid.



[1] Citado por Contursi y Arzeno en Discursos sobre la inseguridad: la redefinición de ciudadanía de los nuevos agentes de seguridad del barrio de Saavedra, Bs.As., Mimeo.

[2] Citado por Sanjurjo y Tufró, 2004, en Ampliación del campo de batalla. La construcción de la subjetividad “cartoneros” en la disputa por el espacio público.

[3] En la vereda de su negocio ha colocado un muñeco con una inscripción tragicómica a modo de advertencia acerca del “riesgo” que implica cruzar las vías. (ver fotos anexas).

[4]Las comillas responden a que se trata de una “subjetividad discursiva” (Sanjurjo-Tufró, 2004)

[5]Atributos que arrojan un descrédito al portador del mismo, en la interacción comunicacional.

[6] Hugo Del Campo, en Continuidad y cambio en el movimiento sindical argentino, pág. 129

[7] Citado por Sanjurjo-Tufró, 2004:1

[8] Ver nota anexa.

[9] Ver fotos anexas.

[10] Centro de Gestión y Participación

[11] Ver fotos anexas.

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